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martes, 30 de octubre de 2012

¿Sobras? No. Lenjejas con merluza.

El pasado viernes la Federación Española de Bancos de Alimentos recibió el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2012 como, según el propio jurado,  “exponente de un esfuerzo internacional solidario para aliviar algunas de las necesidades más apremiantes de la población, hoy agudizadas por la crisis económica”. De esta forma, se premia el esfuerzo altruista a favor de los demás de esta organización. 

Vivimos en un mundo en el que cerca de 900 millones de personas pasan hambre por falta de alimentos, a pesar de que la agricultura mundial podría alimentar sin problemas a 12.000 millones de seres humanos; o sea, al doble de la población actual. Esta tragedia se presenta como inevitable cuando la especulación y el lucro se imponen al derecho a la alimentación. Y es que, como el mismo Gandhi defendía, “el mundo tiene suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no la codicia de todos”.

En España, según Unicef, 30.000 familias con niños pasan hambre. Hay menores cuya única comida diaria es la que hacen en el comedor del colegio, y eso en pleno proceso de eliminación de las becas de comedor. Estas cifras se hacen aún más sangrantes cuando descubres que muchos gigantes de la distribución prefieren destruir alimentos básicos antes de que se cumpla su fecha de caducidad a donarlos o, simplemente, dejar que los más necesitados puedan beneficiarse de ellos.

Junto a esta trágica situación, encontramos informes que afirman que los consumidores españoles tiran alrededor del 18% de la comida que compran, desperdiciando alimentos por valor de 11 mil millones de Euros cada año, unos 250 Euros anuales por ciudadano. Según el estudio “Save the Food”, las causas más comunes del desperdicio son la mala planificación y el almacenaje incorrectos.

Quizás no esté en nuestra mano imponer un reparto más equitativo de los recursos alimentarios a nivel mundial, pero al menos podemos reorganizar nuestras neveras y despensas para desperdiciar lo mínimo posible. Tácticas como hacer la compra planificando comidas y cenas nos ayudarán a no comprar más de lo que vamos a consumir. Además, es importante saber cocinar la cantidad exacta de alimentos y acostumbrarnos a guardar las sobras.

Esas cucharadas escasas que se quedan en el fondo de cazuelas y sartenes se pueden utilizar para preparar lo que popularmente se conocen como “recetas de aprovechamiento”. De los restos de un par de comidas podemos recomponer  un plato igual o más sabroso que los originales. Así, por ejemplo, podemos obtener guisos como estas lentejas con merluza. De una comida (las lentejas) y una cena (los medallones de merluza), ha resultado el menú de hoy.



Hoy más que nunca, se hace necesario planificar y aprovechar mejor alimentos y  comidas, por propia conciencia y por nuestro bolsillo, que también lo notará.